“…SU FUERZA SE MUESTRA PERFECTA EN NUESTRA DEBILIDAD” (2 COR 12,10)
“…es la hora de la colaboración, de poner cada uno lo que somos, cada uno lo que podemos, aunque sea poco y pequeño”, nos dijo monseñor Celestino y dijo de sí mismo, “como es en mi caso” (Saludo, 23 de marzo). Es la hora de sumarnos, desde lo que cada uno es, personal y comunitaria mente, “a no quedarnos rumiando la desolación, a no caer en la duda, el miedo y desconfianza, somos llamados a pasar de una Iglesia de abatidos, desolados, a una Iglesia servidora de tantos abatidos que conviven a nuestro lado” (Homilía domingo 24 de marzo).
Necesitamos una palabra que ilumine y anime lo que estamos viviendo, también una palabra para el abatido que está a nuestro lado. Estamos ungidos por el Espíritu Santo que nos inspira, que nos hace ir entendiendo, que actúa en nosotros para dar una palabra a otro que lo necesita. “¿Y ustedes también quieren marcharse?” (Jn 6, 69) preguntó Jesús a sus discípulos cuando las cosas se pusieron difíciles. No nos paralicemos ni desconcertemos. San Pablo nos dice: “su fuerza se muestra perfecta en nuestra debilidad” o “cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor 12,10). Esto vale hoy para nosotros, para nuestra Iglesia, porque somos débiles, es que hoy día podemos ser fuertes en la fe en Jesucristo.
“Desde los orígenes de nuestro Movimiento, ha sido de vital importancia buscar la comunión filial con el Santo Padre, con el Obispo, con los obispos en general y con todo el pueblo de Dios” (Camino Manquehuino, p.12). Es el momento de revitalizar esa decisión, es el momento de la comunión. Y esto, es importante vivirlo en:
– La escucha atenta a los documentos del Magisterio y de las orientaciones pastorales, especialmente de lo que los obispos nos quieren decir por medio de la reciente Exhortación Apostólica, a partir del Sínodo de los jóvenes, iluminarán nuestra vida y misión en la Iglesia, no nos quedemos con los titulares de los diarios.
– La participación en las instancias y actividades diocesanas; estuvimos en el Inicio del Año Pastoral, en la misa donde asumió don Celestino, en la Asamblea Eclesial del Vicariato de Aysén, en la Jornada para los laicos, y tantas otras en las hoy más que nunca es necesario estar. Seamos generosos, construyamos Iglesia estando presentes.
– La Interacción con otros carismas y estados de vida dentro de la Iglesia ¿Qué comunidad eclesial no está sufriendo hoy? Vivimos lo mismo, porque somos parte de la misma Iglesia. Acompañarnos, escucharnos, alentarnos es hoy un camino para renovarnos como Iglesia.
– La unión con el cuerpo de Cristo mediante la participación en los Sacramentos, la Eucaristía dominical y la celebración de la Liturgia de las Horas.
Vivamos nuestra vocación con conciencia de que somos Iglesia, somos instrumento de Cristo en su renovación, conscientes de la necesidad de nuestra conversión personal y pastoral, con un corazón abierto a la acción salvadora de Dios. “…no esperemos un mundo ideal, una comunidad ideal, un discípulo ideal o un obispo ideal para comenzar, desde ya, a vivir cristianamente y a evangelizar. Ayudémonos unos a otros y, bajo el amparo de la Virgen María, procuremos nosotros hacer el bien siempre y a todos” (Saludo, 23 marzo).