Noviembre 8, 2023 Noticias

Experiencia en San José: Testimonios de anhelo de Dios

Entre el 17 y el 25 de octubre, un grupo de alumnos y alumnas del San Anselmo, San Lorenzo y San Benito vivieron una experiencia en las casas de retiro San Beda y Santa Hilda, en la Patagonia. Ambos retiros tuvieron como lema “¿Quién es el que quiere la vida y desea ver días felices?” tomado del prólogo de la Regla de San Benito.

El grupo de doce alumnos y alumnas de IIIº y IVº medio, pudieron disfrutar de la experiencia de vivir una vida sencilla de trabajo, oración y vida comunitaria, acompañados de un clima privilegiado y un lugar idóneo para la reflexión.

De nuestro Colegio fueron cuatro estudiantes de IIIº medio: Julia Carvallo (IIIºA), Juan Diego Opazo (IIIºB), Dominga Claro (IIIºC) y Tom Blumer (IIIºD). Dos de ellos nos comparten aquí su testimonio:

Juan Diego Opazo, IIIºB: “Buscad a Yahvé, vosotros, humildes de la tierra” (So. 2,3).
Esa fue la lectura que me guió en mi primera escrutada, y que me llamó a buscar a Dios, dejarme guiar por el plan perfecto que me llevará por la verdad que, inconscientemente, estoy buscando todo el rato.
El segundo día, me sentí fuertemente atraído a buscar mis respuestas a través de la resurrección, la buena noticia. Me di cuenta de que en Santiago no soy capaz de concentrarme en mi búsqueda; que yo sí quiero ver la resurrección pero que al mismo tiempo, me nublo la vista con las cosas pasajeras y cotidianas. Me propuse investigar más en profundidad esta buena noticia.
El tercer día me di cuenta de que quiero fuertemente darle un sentido a mi vida. En la escrutada de la mañana me llegó muy fuerte una conclusión a la que llegamos con Cristóbal García: “Jesús es el único que le puede dar sentido a la vida, por eso lo buscamos”. Esta frase me marcó mucho y me fortaleció mi búsqueda de Dios.
Ese mismo día, en Vísperas, me acordé de mi abuelo que estaba en la clínica y aproveché de pedir por él. Cuando terminó Vísperas me llamó mi mamá diciendo que estaba muy grave, en los últimos momentos de su vida. Esa noticia me pegó fuerte por la cercanía que tenía con mi abuelo, pero por otro lado, sentí una felicidad por él… yo pensaba: “Que bueno que mi abuelo esté ahora en paz, que haya resucitado con Cristo” (ese día mi búsqueda había sido muy concentrada en la resurrección). Con esta fuerte noticia de mi abuelo, tuve que devolverme a Santiago para llegar a ver a mi familia y apoyarla con todo lo que había aprendido y vivido en la Patagonia. Sentía un fuerte llamado a compartir con mi familia la iluminación y camino que me había dado esta experiencia. Tenía que mencionar que mi abuelo había resucitado y que finalmente, él estaba en paz con Dios. Junto con eso, le mostré una lectura a mi familia, 2Co 4,18: “A cuantos no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles. Pues las cosas visibles son pasajeras mas las invisibles son eternas” Mi abuelo estaba en la vida eterna, en paz.
La Patagonia me dejó con un fuerte anhelo de Dios y con muchas ganas de seguir buscándolo para darle por fin, un sentido a la vida que Él me regaló.

Julia Carvallo, IIIºA: “Esta experiencia para mí fue un momento para tomar un respiro de la rutina y poder conectarme con Dios y la naturaleza de una manera que nunca antes había experimentado. Fue una instancia bacán, en donde pude conocer la vida de las oblatas, crear una nueva comunidad en base al amor y una amistad espiritual muy fuerte. En estos días logré aprender muchas cosas, como la importancia del silencio, el servicio a los demás y valorar el trabajo que daba frutos. Me traigo la enseñanza de vivir la vida al máximo y aprovechar cada minuto como si fuera el último. El versículo con el que me quedé es “No devolváis a nadie mal por mal, procurad el bien a todos los hombres” Rm. 12,17”.