Septiembre 18, 2019 Noticias

El alumno que buscamos formar

El alumno que buscamos formar

 En los colegios del Movimiento Manquehue, un documento llamado Mapa de aprendizaje [1] describe lo que nos comprometemos a formar en nuestros alumnos. En el documento  se establecieron las Metas Finales de Aprendizaje que permiten comunicar claramente qué es lo que se pretende alcanzar con el alumno al término de la vida escolar. Cada meta es, pues, un desempeño que se espera que el estudiante logre como resultado de experiencias pedagógicas contenidas en el currículum del Colegio. A su vez, cada una de estas metas responde a tres preguntas;

  • ¿Qué se espera que el alumno haga al término de la etapa escolar? (habilidades)
  • ¿Qué se espera que el alumno sepa al término de la etapa escolar? (conocimientos)
  • ¿Cómo se espera que el alumno actúe al término de la etapa escolar? (actitudes)

También se ha incorporado una cuarta pregunta que ayuda a no perder de vista el sentido de los aprendizajes:

  • ¿Para qué queremos que aprenda todo esto?

Estas metas se construyeron a través de un proceso participativo que integró a profesores, tutores y directivos de los tres colegios.[2] A continuación, presentamos las 11 metas finales de aprendizaje, en concordancia con los tres principios pedagógicos:

Búsqueda de Dios y Escucha.

Realiza con autonomía una constante búsqueda de la verdad, en las distintas disciplinas y actividades que el colegio le ofrece, procurando especialmente desarrollar el hábito de lectura para poder encontrarse con Cristo en la Sagrada Escritura y en la creación, como un auténtico discípulo, con capacidad de escucha y obediencia.

Integra y organiza de modo personal y significativo los distintos saberes que va adquiriendo en clases y en los demás trabajos en que participa en el colegio, pues sabe que todos ellos forman una unidad en Dios, lo que le permite vivir la unidad entre fe y vida, entre lo sagrado y lo profano.

Es capaz de ajustar constantemente sus acciones, para permanecer en un proceso de conversión personal, valorando su condición de hijo de Dios, con fortalezas y debilidades.

Participa activamente en clases, en las actividades extraprogramáticas, en la liturgia, la oración y los sacramentos de la Iglesia, con disciplina y una actitud de silencio interior, demostrando que los valora como espacios de encuentro con Dios.

 

Servicio y Misión

Utiliza el pensamiento reflexivo para descubrir su propia vocación y desarrollar sus talentos, buscando ser fiel a la voluntad de Dios para él, pues sabe que sólo así alcanzará la verdadera felicidad.

Pone al servicio de los demás sus conocimientos y talentos, de forma alegre y planificada, demostrando tener espíritu de tutor, que reconoce a Cristo en los demás, especialmente en los más débiles.

Aplica juicios de valor en la sociedad en que vive, tomando por guía el Evangelio, desde el Magisterio de la Iglesia y la enseñanza que emana de la Regla de San Benito según la espiritualidad manquehuina, para asumir su responsabilidad en la construcción de la civilización del amor.

 

Camino Comunitario.

Participa con entusiasmo, perseverancia y compromiso en las distintas instancias de oración, trabajo y celebración propias de la comunidad escolar, logrando expresar el estilo de la vida comunitaria según la Regla de san Benito.

Trabaja en colaboración con otros en y desde una comunidad, de forma ordenada y responsable, demostrando humildemente que aprende de y con los demás, en el espíritu de la Regla de San Benito.

Establece relaciones personales fraternas, de caridad y respeto, con todos los que se relacionan con él en su vida escolar, manteniéndose abierto al don de la amistad espiritual y logrando ser acogedor con todas las personas.

Es capaz de describir y analizar las distintas comunidades en que está inserto: el curso, la familia, el colegio, la Iglesia, el país y el continente latinoamericano, para vivir con gratitud su identidad cultural.

 

Definición y enfoque propio de la convivencia escolar

 El concepto de Escuela del Servicio Divino desarrollado en la Regla de San Benito está referido a un grupo de personas que buscan a Dios viviendo organizadamente en comunidad. Por ello, para comprender el rol de la convivencia escolar en el Colegio San Anselmo, debemos entenderlo como una gran comunidad compuesta a su vez por comunidades menores (cursos, departamentos de asignatura, ciclos, consejos, etc) las cuales, si bien tienen características diferentes propias de la edad y de los trabajos específicos que realizan, deben promover la búsqueda del objetivo central del colegio- El encuentro con Dios y la búsqueda de la Verdad- y tener una forma de trabajo y de organización de acuerdo al espíritu benedictino que lo anima.

A partir de esta visión, la convivencia escolar en un colegio del Movimiento Apostólico Manquehue debe ser entendida como un ambiente de convivencia, un tipo de organización que explícita e implícitamente, forme constante y permanente un aprendizaje que promueva en los miembros de la comunidad, y en especial en los alumnos, lo propio de una comunidad benedictina y corrija lo que tiende a destruir la comunidad o lo que separa a alguno de sus miembros de ella.

Por lo tanto, no se debe tener como objetivo poner un límite o sancionar aspectos negativos per se, sino también desarrollar y promover los criterios que van ayudando a construir tanto la vida comunitaria como la vocación de cada uno de sus miembros. Usando palabras propias de san Benito, debe buscar no sólo corregir los vicios sino también mantener (y desarrollar) la caridad[3].

Por lo anterior, para nuestro Colegio la Convivencia Escolar refiere a la calidad de las relaciones humanas que se da entre los actores de la comunidad educativa. No se trata de un concepto con carácter instrumental sobre la administración de reglas, normas, rutinas, etc. y adquiere en nuestro espacio escolar una visión integradora y sistémica que se desarrolla formativamente.

La importancia de tener clara esta diferencia radica en que muchas veces se asume que la Convivencia Escolar se está fortaleciendo a través del establecimiento de normas y reglamentos, cuando ello en realidad responde a la conformación de un ambiente organizado que facilita el aprendizaje de la convivencia, pero que no basta para su desarrollo”[4].

Buscamos el desarrollo de actitudes interiores que faciliten el desenvolvimiento del don de Dios que hay en cada alumno, el orden y las normas estarán pues al servicio de la escucha de Dios, del amor fraterno y del correcto funcionamiento de la comunidad. Sin esto se va adueñando de la vida diaria la dejadez, el desánimo, un ambiente hostil, inseguro y se pierden de vista los puntos de referencia para saber por dónde avanzar, desaparecen el respeto y los espacios de desarrollo personal. El aprendizaje de la buena convivencia dentro de la vida comunitaria es marcar el rumbo de la vida diaria, debe crear los espacios para el diálogo entre cada persona y Dios, para el desarrollo real de la caridad entre sus miembros, en definitiva, para crear un ambiente en que se pueda experimentar la felicidad de compartir los hermanos unidos. “la buena convivencia escolar es la coexistencia pacífica de los miembros de la comunidad educativa, que supone una interrelación positiva entre ellos y permite el adecuado cumplimiento de los objetivos educativos en un clima que propicia el desarrollo integral de los estudiantes”[5].

Estos objetivos se van desarrollando por medio de acciones muy concretas que se deben ir trabajando día a día en las circunstancias puntuales que se van presentando, así dejan de ser aspectos aislados, cuya presencia en los alumnos es de relativa importancia, sino que se transforman en parte integrante de la formación que queremos desarrollar. “el desarrollo de la Convivencia Escolar tiene un valor formativo intrínseco; es decir, aprender a vivir juntos no solo es un medio para facilitar el traspaso de contenidos curriculares, sino que es un contenido curricular en sí mismo, que se enseña y adquiere significado en la vivencia con los otros”[6] . Lo que se busca reconocer son las actitudes, más que las conductas puntuales, de manera de afianzar aquellas que nuestro Proyecto Educativo quiere fortalecer.

Criterios para el aprendizaje y aplicación de las normas

San Benito establece criterios inspiradores para el aprendizaje y aplicación de las normas de la convivencia escolar, como también de medidas concretas en la construcción de la vida comunitaria que buscamos desarrollar, estas se resumen en nueve puntos. En los últimos años hemos puesto énfasis en el desarrollo de cuatro de ellos, que explicaremos más detenidamente a continuación.

 

        i.            La caridad

ii.            Búsqueda de la conversión

iii.            Una Regla y un Abad

iv.            Quien comete la falta

a.      Temperamentos

b.      Edades

       v.            Gradualidad de las faltas

vi.            Etapas de corrección

vii.            Autoacusación

viii.            Quien corrige

ix.            Faltas públicas y errores privados

 

 

La caridad – “Y procure ser más amado que temido”[7].

“El colegio, pues, tiene la misión de prolongar ese amor de familia para que así vayan aprendiendo lo que es el amor y a partir de esa experiencia de amor humano vayan intuyendo “lo que debe ser el amor de Dios, mucho más cálido, más fuerte y más íntimo que cualquier otro”[8].

El Colegio tiene la misión de prolongar el amor de la Familia. La organización y la consecuente disciplina de nuestro Colegio buscan desarrollar en los alumnos un ensanchamiento del corazón[9] que los haga avanzar en el encuentro con el Señor y en el amor a los demás, para así progresar hacia la necesaria libertad interior del cristiano.

Para lograr esto es necesario un profundo conocimiento de cada uno de los alumnos que tenemos bajo nuestro cuidado. Solo conociéndolos, lo cual es un signo concreto de preocupación y amor, podremos desarrollar dos expresiones esenciales en su formación: la corrección y la acogida. Ambas van inseparablemente unidas ya que son dos expresiones del mismo amor. Así pues, la corrección no hará dudar a los niños y jóvenes del amor que nos motiva, pero a su vez, la acogida no deberá confundirse con debilidad de nuestra parte o con temor a corregir.

 

La búsqueda de conversión -“Escucha, hijo, los preceptos de un maestro e inclina el oído del corazón, acoge con gusto la exhortación de un padre bondadoso y ponla en práctica.”[10]  El Colegio es una comunidad formada por personas que se reconocen débiles y que necesitan la ayuda de otros y la guía de un superior para alcanzar a Dios. Esta debilidad debe ser asumida con humildad puesto que es propio del hombre equivocarse y fallar. Por tanto, todo aprendizaje y en último término, el camino hacia la santidad, consiste en un constante caer y volverse a levantar. Por este motivo, las normas, correcciones y medidas del Colegio deben tener un carácter medicinal. Su objetivo no es hacer justicia sino alcanzar el corazón de la persona para provocar allí un cambio interior, una conversión.

 

Una Regla y un Abad San Benito organiza su comunidad para que sirva bajo una regla y un abad. La regla es una norma objetiva, escrita. El abad es quien, combinando tiempos y circunstancias, aplica la norma usando su criterio personal para que, en cada caso concreto, sirva mejor a su objetivo medicinal. En el colegio, el papel de la regla corresponde a las normas, estímulos, correcciones, consecuencias y medidas pedagógicas establecidos. El papel del abad corresponde al profesor, tutor, encargado de ciclo, director o rector, que debe aplicarla en cada caso. La norma objetiva está dada por este Manual de Vida Comunitaria.

 

La discreción – Las faltas y sus correcciones deben ser tratadas con discreción. Este modo facilita la enmienda y respeta a toda persona a pesar de sus errores. Discreción significa que la información fluya por los canales establecidos y solo por ellos. Esto implica informar oportunamente a los padres o a los superiores escolares que corresponda. También implica no difundir información sobre situaciones particulares de manera innecesaria o hacia personas que no corresponda. En general, cada familia debiera recibir del colegio información relativa a sus propios hijos y no de otros alumnos.

 

[1] Extracto documento Mapa de Aprendizajes, DEM.
[2] Extracto documento Mapa de Aprendizajes, DEM.
[3] Cf. RB 2.
[4] Política Nacional de Convivencia Escolar p. 26.
[5] Ley de Violencia Escolar 20536, 2011 párrafo 3.
[6] Política nacional de Convivencia Escolar p. 27.
[7] RB 64,15.
[8] In praise of Benedict, Basil Hume.
[9] RB pról. p. 49
[10]RB Pról. p. 1